
INTRODUCCIÓN
La lectura del Documento de Aparecida, desde la perspectiva de un candidato al DP[1], a primera vista puede parecerle que la V Asamblea del Episcopado ha tenido poco en cuenta este hermoso ministerio restituido hace más de 40 años por el Concilio Vaticano II. La convocatoria más directa en los números 205-208, con tono más disciplinar[2] y otras, apenas sirven de referencia explícitas para quien busca luces del Espíritu que balicen el ser y quehacer, la vida, espiritualidad y misión del Diaconado, su desarrollo y su contribución desde la experiencia eclesial de Aparecida.
La propuesta acá no quiere quedarse en una lectura “resentida”, sino que busca inspirarse en el Capítulo 6 de los Hechos de los Apóstoles[3], texto atribuido a la institución del ministerio diaconal. Allí identificamos tres momentos claves:
1º. La existencia de una necesitada objetiva, que molesta la conciencia cristiana: la situación precaria de las viudas.
2º. Hay luego una lectura de la realidad, un discernimiento, una toma de conciencia que emerge de la evidencia de esa necesidad y que se contrapone con los valores religiosos orados y predicados por la incipiente comunidad: “no está bien…”
3º. Esta realidad y este sano juicio mueve a los Doce a llamar, tomar, consagrar y encargar (enviar) a los Siete la diakonía de la caridad: la atención de las mesas.
Es la aplicación del método VER-JUZGAR-ACTUAR, que Aparecida también ha retomado para su propio proceso de articular la perspectiva creyente y su actuar[4].
Así, la diakonía históricamente comparece cuando hay una realidad sufriente que servir, y es Cristo mismo quien suscita el servicio y el que se conmueve con cada hombre y con cada mujer que clama al cielo, desde su condición humana, desde su pobreza, desde su dolor, llamando diáconos para que hagan sus veces, manifestando en todo toda la Misericordia del Señor, su Palabra consoladora y todo su poder liberador.
En esta primera parte de este trabajo, propongo una lectura selectiva del Documento de Aparecida en esta clave: siendo el DA expresión de las realidades reveladas en la reunión del Espíritu Santo y los pastores de la Iglesia del Señor, ¿qué espacios de diakonías se revelan en él? De allí que se despierte en nosotros el sentir, el ser y el servir diaconal.
Sentir, que corresponde a ver con el corazón, contemplar con las entrañas de misericordia, como lo ha hecho el Señor al encontrarse con cada persona ávida de vida buena y plena[5]. La lectura del DA la hacemos con la mirada del discípulo y con el corazón del Pastor.
Ser, que busca una vida no centrada en sí misma sino en el prójimo, en Cristo; que no es un instante, ni una meta, ni un status, sino un camino, un proceso continuo: metanóia. Por eso, hecho de dolores y gozos, de contradicción, de luchas: la ardua y noble tarea de llegar a ser plenamente seres humanos[6], creaturas e hijos del Padre de Jesús: Por eso leemos el DA re-convertir en auténticos discípulos del Maestro, que vive en medio de una Iglesia, comunidad de discípulos[7].
Servir, dejarme mover, actuar por el Espíritu Santo, de manera que ya no vivo yo sino Cristo que vive en mi[8]; movilizarse de manera concreta a favor de aquellos que tienen hambre y a los que hoy el Señor quiere dar de comer, visitar a los que están enfermos, encarcelados…[9]. Urgidos por el amor de Cristo[10], en ello se nos va la vida, para ello hemos sido tomados, y ser ministros de la caridad del Señor nos plenifica: en la verificación del gozo del hermano que es consolado en/por Cristo Jesús, cuyos rostros sufrientes se revelan en todo el DA, y que son para nosotros los nuevos areópagos, las fronteras que misionar.
Esta lectura seguirá por ahora el mismo orden que el DA, cuya riqueza podemos esquematizar, conjugando el método elegido por los Obispos con el lema “Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida – Yo soy el camino, la Verdad y la Vida (Jn. 14,6)”, para originar la clave interpretativa de su lectura:
I PARTE: LA VIDA DE NUESTROS PUEBLOS HOY ó VER / CAMINO.
II PARTE: LA VIDA DE JESUCRISTO EN LOS DISCÍPULOS MISIONEROSó JUZGAR / VERDAD.
III PARTE: LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS ó ACTUAR / VIDA.
La lectura de Aparecida ha de ser inclusiva: cada vez que la referencia en el texto sea la Iglesia, los pastores, los cristianos… los llamados, el DP lee desde sí, desde su propio llamado interior, desde su sacramentalidad y desde su realidad dicho texto. Cada vez que se dibujen en el DA las necesidades, las carencias, las pobrezas de los hombres y mujeres de hoy, es una urgente convocatoria del Señor para servir esa nueva realidad.
Se reproduce a continuación textos destacados en el sentido planteado. Se han eliminado las referencias a pie de página del propio Documento, para no confundir con las de este trabajo. Asimismo, se han colocado en negritas aquellos textos que apuntan más directamente al sentido que pretende esta recopilación comentada.
Finalmente indicar que esta lectura selectiva y orientada al desentrañar el Diaconado y las diakonías que emergen desde el DA, no pretenden reducir ni simplificar el texto en su integridad, sino más bien invitar a su lectura, meditación, acogida y puesta en acción. Es un vino nuevo que exige odres nuevos[11], que motiva a la necesaria renovación.
[1] En adelante se abrevia Diaconado Permanente, en singular, como DP y en plural, como DPs,
[2] Seguramente aún muy influenciada por la experiencia de Chiapas, México, que opaca la tremenda belleza del devenir de este ministerio en toda Latinoamérica y el Caribe; pues como escuché una vez a un consagrado decir: “Es más estrepitoso el ruido de un árbol cayendo que miles de árboles nuevos todos los días creciendo”.
[3] Hch. 6, 1-7.
[4] Cf. DA 19. En más, la referencia al Documento de Aparecida estará dada por esta nomenclatura: DP y N°.
[5] De allí la recomendación del apóstol Pablo: Flp. 2,5.
[6] R.P. Andrés Aninat de Viale Rigo, ss.cc. Curso de Introducción a la Moral Cristiana, PUCV.
[7] DA, Mensaje Final, 3 – “Una Iglesia… de discípulos y discípulas”. Cf. Nota 24.-
[8] Gál.
[9] Mt. 5,1ss; Mt. 25,31ss.
[10] 2Cor. 5,14.
[11] La misión de Aparecida, Mons. Orani João Tempesta, O. Cist., Arzobispo de Belém do Pará, Oct./2007
+(Small).jpg)
No hay comentarios:
Publicar un comentario